(Especial para Infolatam)
"... Si los gobiernos fronterizos a Colombia hicieran su labor, protegieran las fronteras, impidieran que bandas de delincuentes se paseen libremente por su territorio y detuvieran y extraditaran a los terroristas, acciones como la del sábado 1 de marzo no serían necesarias. Si Raúl Reyes y sus cómplices dormían a pierna suelta... es porque creían que su seguridad estaba garantizada. Y resulta bastante verosímil que en la frontera venezolana, donde se sospecha que está Iván Márquez o incluso el propio Marulanda, pase otro tanto de lo mismo."
El golpe propinado por las fuerzas armadas y de seguridad colombianas contra la cúpula de las FARC, en las profundidades de la fronteriza y selvática región del Putumayo, puede suponer un punto de inflexión en el combate contra esta organización terrorista. Si bien desde un punto de vista estrictamente militar puede que no se hayan producido grandes cambios en la correlación de fuerzas entre los efectivos del estado colombiano y los de la guerrilla terrorista, es en otros planos donde debemos ver las serias implicancias que supuso la muerte de Raúl Reyes y sus secuaces. Tanto desde el punto de vista político como psicológico la lucha contra el narcoterrorismo puede entrar en derroteros hasta ahora desconocidos.
Más allá de estas cuestiones, hay una pregunta que de forma reiterada se están formulando numerosos analistas de la realidad colombiana: habrá respuesta de las FARC y, en caso afirmativo, cuál será su intensidad. No se olvide que se trata de la primera vez que un miembro del secretariado de las FARC, su máximo órgano colegiado de conducción política y militar, es abatido por las fuerzas armadas colombianas. Con esto desaparece totalmente el mito de imbatibilidad de los guerrilleros colombianos, un mito que habían logrado mantener vigente a lo largo de muchas décadas. También se pone en cuestión otro de los grandes mitos de la organización: su tan peculiar visión del tiempo. Habrá qué ver ahora si el tiempo comienza a jugar en su contra y cómo responderán a este nuevo desafío.
En el caso de la acción contra Reyes, la acción antiterrorista fue precedida de una intensa labor de inteligencia y de una exitosa coordinación intercuerpos, a lo que hay que agregar la creciente infiltración de las FARC por los servicios de inteligencia colombianos. Esto ha permitido, en los últimos meses, detener o dejar fuera de combate a una serie importante de "coroneles", como Simón Trinidad, Sonia, El Negro Acacio, Sombra, y algunos más. Si a esto le sumamos el elevado número de deserciones que viven los distintos frentes de las FARC, inclusive visible en las cárceles, donde son mucho los terroristas detenidos que no quieren saber nada de volver a las armas, el panorama no puede ser más desolador para quienes se reclaman "insurgentes". Esto no quiere decir que el gobierno colombiano esté próximo a derrotar totalmente a las FARC, pero sí que la estrategia diseñada hace pocos años ha comenzado a dar sus frutos.
Un hecho importante de la acción militar contra el campamento en que estaba alojado Raúl Reyes es que éste se encontraba en territorio ecuatoriano. A partir de aquí han comenzado a surgir voces airadas tanto en Ecuador como en Venezuela contra la violación de la soberanía ecuatoriana, e incluso el comandante Chávez ha manifestado que si Colombia osa hacer lo mismo en territorio venezolano eso sería considerado un casus belli. Horas después Ecuador ha llamado a su embajador en Bogotá y Venezuela ha cerrado su delegación diplomática al tiempo que movilizaba miles de efectivos y carros de combate a la frontera con Colombia.
Las relaciones de Colombia con sus vecinos, a costa del combate contra las guerrillas de las FARC y el ELN siempre han sido complicadas. Con algunos gobiernos y algunos países más que con otros. Por lo general la norma imperante es la política del avestruz, o, en todo caso, la de mirar a otro lado. Pocos son los que colaboran abierta y francamente con Colombia. Con todo, hay gobernantes que consideran que la lucha de las FARC es legítima y por eso no se los debe molestar. Sin embargo, si los gobiernos fronterizos a Colombia hicieran su labor, protegieran las fronteras, impidieran que bandas de delincuentes se paseen libremente por su territorio y detuvieran y extraditaran a los terroristas, acciones como la del sábado 1 de marzo no serían necesarias. Si Raúl Reyes y sus cómplices dormían a pierna suelta y en pijama, sin guardar las elementales medidas de seguridad de quien se cree perseguido por fuerzas militares enemigas, es porque creían que su seguridad estaba garantizada. Y resulta bastante verosímil que en la frontera venezolana, donde se sospecha que está Iván Márquez o incluso el propio Marulanda, pase otro tanto de lo mismo.
Para dar más dramatismo a la muerte de Reyes, desde medios próximos al gobierno ecuatoriano se ha señalado que los terroristas estaban durmiendo en pijama mientras ocurría el ataque aéreo. Sin embargo, mientras los comandantes guerrilleros dormían cómodamente en pijama, algunos lo siguen haciendo, sus rehenes no corren la misma suerte. Los Ingrid Betancourt y demás prisioneros de las FARC están en pésimas condiciones de salud y en lugar del orinal deben arrastrar las pesadas cadenas con las que los someten y los torturen sus salvajes carceleros. Los mismos que los mantienen deambulando por la selva en condiciones infrahumanas y en lamentables condiciones de salud son los mismos que luego tienen el enorme cinismo de despedir a los que liberan graciosamente con un ramo de flores.
¿Cómo será el estado en que están las FARC que se han visto obligadas a señalar que la acción contra Reyes no debe impedir que continúen las negociaciones por el canje humanitario? En realidad, lo que han dicho es que quieren seguir negociando si tienen como árbitro a Hugo Chávez, pero las declaraciones del presidente venezolano lo sitúan cada vez más como un claro aliado de los terroristas colombianos que como un negociador imparcial o un facilitador del diálogo. Si bien es verdad que las FARC confían ciegamente en Chávez, el gobierno colombiano, la otra parte de la moneda, está cada vez más lejos de alguien a quien comienzan a percibir como alguien situado en la otra acera, una percepción que se incrementará a partir de la ruptura de relaciones diplomáticas.
Por eso, pese a su desesperación totalmente comprensible, llaman la atención ciertas declaraciones de familiares de Ingrid Betancourt pidiendo presionar al gobierno colombiano para la liberación de los rehenes y no a las FARC. No debe olvidarse que los únicos responsables de esta situación son los terroristas. Esto es algo que debería tener muy en cuenta el presidente Sarkozy. Sus declaraciones en el sentido de que estaría dispuesto a ir a la selva a propiciar el canje son totalmente desafortunadas y sólo les hacen el juego a los terroristas y al comandante Chávez, que está luchando por revertir una coyuntura interna totalmente desfavorable.
Frente al legítimo derecho de los familiares de los rehenes de lograr la liberación, sana y salva, de los secuestrados de las FARC, está el legítimo derecho de un gobierno democrático, como el colombiano, de velar por la seguridad y el futuro del conjunto de la sociedad. Es entonces momento de que el presidente Uribe abandone una cierta actitud triunfalista para propiciar el consenso con el conjunto de las fuerzas democráticas de su país a fin de avanzar más y más rápido en la lucha contraterrorista.
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