Científicos confirman existencia de enorme volcán en San Carlos
Hallazgo se hizo gracias a fotos tomadas en el 2005 por avión de NASA
Se conocía como cerro El Porvenir y está dormido desde hace más de un siglo
Alejandra Vargas M. | alevargas@nacion.com
En la selva virgen de San Carlos hay un volcán con un cráter similar al del Irazú y hasta ocho veces más grande que el del cráter activo del Turrialba, el cual permanecía oculto bajo las densas nubes en un sitio inaccesible.
Así lo confirmó ayer a La Nación Wilfredo Rojas, de la Red Sismológica Nacional (RSN/ UCR/ICE).
Este coloso, que se conoce también como el cerro El Porvenir, es un volcán dormido que tiene forma cónica.
Se ubica en el límite entre San Carlos y Alfaro Ruiz, en el corazón del Parque Nacional del Agua Juan Castro Blanco, de San Carlos, un sitio poco conocido e inaccesible incluso para lugareños.
Este volcán tiene una altitud de unos 2.300 metros y su cráter tiene 200 metros de diámetro y una profundidad de unos 60 metros. En su interior tiene una laguna con un área de unos 7.000 metros cuadrados.
¿Cómo lo encontraron? Históricamente, no hay registro de que este cráter volcánico tan grande existiera allí, ni hay reportes de lugareños que sugieran algún tipo de actividad.
Por eso, los científicos tuvieron que caminar hasta el lugar este jueves –unas ocho horas– para confirmar su existencia.
Todo empezó hace un año y medio, cuando expertos vieron las fotografías infrarrojas tomadas por el avión WB-57 de la NASA en el 2005 como parte de la llamada Misión CARTA.
Esta misión fotografió por aire todo el país para conocer mejor toda nuestra geografía.
“Estudiando las dos fallas geológicas activas de la zona en estas fotografías infrarrojas, nos dimos cuenta de que había una especie de hueco o cráter justo sobre la cima de El Porvenir. Por eso, quisimos hacer una visita por tierra para confirmar las sospechas”, dijo el geólogo Rojas, de 48 años de edad y 28 de experiencia en ese campo.
Desde entonces, los investigadores se abocaron a identificar baqueanos de la zona para que los guiaran en esta búsqueda dentro del parque nacional sancarleño.
“Decidimos que la gira de campo se realizara en este momento porque es la época del año donde el sitio tiene las mejores condiciones climatológicas y, por lo tanto, de visibilidad. Este es un sitio tradicionalmente con una nubosidad muy densa”, explicó.
Como conocían las coordenadas gracias a las fotografías de NASA (497,158° latitud y 250,592° longitud), ellos utilizaron un dispositivo de posicionamiento global GPS para guiarse en la caminata hasta llegar al cráter del volcán.
El recorrido a pie se inició en San José de La Montaña y el premio tras un peligroso descenso de un peñasco de 200 metros fue precisamente hallar el cráter y la laguna.
“Por ser un volcán no podemos descartar que exista algún riesgo de actividades volcánicas. Sin embargo, no es algo que podamos determinar en este momento. Por ahora, solo sabemos –científicamente hablando– que no ha tenido actividad en mucho tiempo”, aclaró el geólogo Rojas.
‘Estamos empezando’. Lo que sigue ahora es empezar determinar la edad y extensión de las lenguas de la lava seca que se encontraron en el sitio. Este análisis se hará con pruebas de carbono 14, que estudia los restos de materia orgánica en las rocas.
También se procurará analizar la composición de los componentes dentro del cráter (donde hay magma en estado viscoso) y la geoquímica del lago cratérico.
“Es realmente impresionante hallar el cráter de un volcán en pleno siglo XXI. Esto apenas está empezando”, manifestó Rojas.
Entre fallas. Este es el último volcán de la Cordillera Volcánica Central y se ubica entre dos fallas geológicas muy activas del país, llamadas la Falla Congo (a su izquierda) y la Falla El Porvenir (a su derecha).
Una falla geológica es una fractura en la corteza terrestre.
Según el experto de la RSN, El Porvenir se clasifica como un estratovolcán, lo que significa que tiene varias capas de tierra que muestran sus años y actividades.
“Aunque la vegetación a su alrededor nos indica que el volcán ha estado inactivo por cientos de años, se sabe que se trata de un coloso por su cráter y porque a su alrededor hay múltiples evidencias de erupciones de lava y explosiones de rocas y gases de considerable magnitud”, enfatizó Rojas.
Según el tipo de rocas y sedimentos descubiertos, estas erupciones datan incluso del período geológico Oleoceno que sucedió hace 11.000 años y coincide con el fin de las épocas glaciales.
Rojas asegura que el volcán se formó hace unos dos millones de años –al mismo tiempo que los otros de esta cordillera– por causa de la subducción de la placa Cocos bajo el territorio costarricense.
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