En un mundo descaradamente machista como el nuestro, una muchacha bonita con prominentes pechos y generoso trasero puede sentirse muy agraciada: es una afortunada bien considerada por todos los varones. Pero eso, al mismo tiempo, puede ser una desgracia: est condenada a ser un objeto para los ojos masculinos, tenida en cuenta slo en funcin de su voluptuosidad. De alguna manera esto ha dado lugar a estereotipos difciles de romper: 'todas las mujeres bonitas son tontas'.
Parangonando ese mecanismo, otro tanto podra decirse de las riquezas naturales de Latinoamrica, y siguiendo a Eduardo Galeano en 'Las venas abiertas de Amrica Latina', bien podemos afirmar que 'la pobreza de las sociedades es el resultado de la riqueza de la tierra'. Es decir: nuestros productos primarios -el oro y la plata en los albores de la conquista, luego el azcar, el algodn, el caf, hoy da el petrleo-, en vez de facilitarnos el desarrollo, han servido para amarrar nuestra dependencia de los centros imperiales. Algo as como que nuestra belleza natural (igual que sucede con la agraciada muchacha) nos condena. No a ser 'tontos', para el caso, sino a ser pobres.
Todos estos 'monarcas agrcolas', como dijera Galeano, disearon la pobreza estructural de estas sociedades. En definitiva, todas estas economas funcionan ms o menos igual: magra subsistencia a lo interno con los ojos puestos siempre en los mercados de las metrpolis donde se mandan los productos primarios, manejados por derrochadoras oligarquas que apuntan continuamente fuera de sus fronteras para todo, en lo econmico, en lo poltico, en lo cultural.
La moderna sociedad industrial del Norte, basada en un consumo enfermizo de petrleo, encontr en algunos pases del Sur una fuente perpetua de abastecimiento donde se sigui repitiendo el esquema de oligarquas que, igual que con cualquier producto agropecuario de antao, continuaron regalando el oro negro a la voracidad de los amos del mundo por centavos. Centavos, de todos modos, que sirvieron para colocarlas en situacin de opulencia, pero siempre a costa del hambre de sus pueblos. En el caso del petrleo ello es groseramente evidente en cualquier pas del Sur que lo posea.
Nuestra sociedad planetaria actual depende absolutamente del petrleo, cada vez ms. Pero, tal como bien lo dice el brasileo Roberto Rodrgues, 'la cultura del petrleo es un 'error de la civilizacin' que deber ser corregido en los prximos aos con el uso de energas renovables'. Definitivamente el actual modelo de desarrollo imperante no tiene salida: se construye la opulencia sobre la base de la destruccin del planeta. Eso es, lisa y llanamente, desopilante. Slo para dar un ejemplo: en la ltima dcada, producto del adelgazamiento de la capa de ozono producido por la contaminacin ambiental, mientras se profundiza la falta de agua dulce potable el cncer de piel subi en un 1.300 % a nivel planetario debido a los daos ocasionados en la atmsfera por el calentamiento global -en un alto porcentaje producido por la quema de combustibles fsiles no renovables como el petrleo-, dado que ahora no se filtran adecuadamente los rayos infrarrojos y ultravioletas. Ese es el desarrollo que queremos?
En todos los pases del Sur que disponen de reservas petroleras, en general se repiti el mismo esquema en el pasado siglo: su extraccin termin siendo la principal fuente de ingresos y la cultura de la monoproduccin acab imponindose como la principal o nica fuerza econmica. En ese sentido, contar con ese recurso ms que una bendicin que proporcionara beneficios para todos, fue una maldicin. Si vemos el caso de Venezuela, uno de los principales productores mundiales, los desastres ocasionados por esa historia saltan a la vista: durante el siglo XX se gener una cultura del rentismo que cambi radicalmente la fisonoma agropecuaria del pas. En vez de servir para industrializarse y sentar bases slidas de un proceso de crecimiento sostenible, la renta petrolera favoreci una cultura de la importacin, de la no-produccin, del derroche, del consumismo inmediatista. Nada distinto, por cierto, a lo sucedido en todos los imperios pasajeros de los que la historia latinoamericana es muy rica: ascenso fulgurante, despilfarro sin lmites por los grupos que manejan el recurso en cuestin, y luego, irremediable cada. Ah estn desde los cerros de plata de Potos a las selvas caucheras de Manaos, desde el guano peruano a los diamantes del Amazonas -los ejemplos se pueden multiplicar casi al infinito- patentizando esos ciclos de crecimiento meterico, y cadas tambin metericas.
Pero el petrleo no ha cado, y por cmo van las cosas, seguir siendo prcticamente por todo el siglo actual, hasta que se acabe, el alimento que seguir buscando desesperado el modelo de sociedad vigente, sociedad del despilfarro, de la voracidad loca, sociedad contradictoria como ninguna (es 'desarrollo' tener automviles a costa de no tener agua potable, de aumentar en forma exponencial el cncer de piel?). Por tanto, los pases que tengan oro negro en su subsuelo seguirn siendo codiciados por los grandes consumidores, por los que hacen del automvil el fetiche ms importante, por quienes necesitan destruir para seguir fabricando y vendiendo, alimentando as un ciclo enfermizo que no lleva a ningn lado. Pero eso no significa que, por tener petrleo en sus entraas, esos pases se enriquecern. Significa, en todo caso, que continuarn manejados por oligarquas rentistas, parsitas, conservadoras, y siempre en la mira de la voracidad de los grandes poderes del Norte. Si cumplen las normas dictadas por stos, esas oligarquas seguirn enriquecindose y viviendo el sueo de la abundancia sin fin (los pases del Medio Oriente, por ejemplo). Si se plantan ponindole una barrera a esa voracidad desenfrenada de los grandes capitales y su modelo depredador-consumista (como estn haciendo hoy da Irn o Venezuela), son candidatos a la invasin de los marines. As de simple.
Venezuela con su Revolucin Bolivariana ahora es duea de su propio petrleo. Ya no hay ningn pulpo multinacional robndole sus recursos, desangrndola. El proceso que vive esta sociedad, la construccin de este horizonte al socialismo que se va formando, todo ello puso un freno a esos poderes globales acostumbrados a transformar en factora o en su hacienda privada al planeta completo. Por eso ahora esta jugada del gigante Exxon Mobil contra PDVSA. Jugada, sin dudas, que trasciende el aspecto puramente legal-administrativo de una reclamacin comercial y que tiene una clara intencionalidad poltica: es un paso ms de los grandes poderes del Norte -los estadounidenses en principio, pero no slo esos- tendiente a remover a Hugo Chvez y todo lo que l significa.
Sin dudas los grandes poderes del mundo no se resignan a perder un negocio tan fabuloso como las reservas de oro negro que poseen hoy Venezuela, y en menor medida Irn. Pero esto nos lleva a una reflexin: podemos basar la construccin de una sociedad nueva, realmente alternativa, slo en la riqueza que nos reportan los dinosaurios muertos con los que se alimenta buena parte del mundo contemporneo? Puede construirse y sostenerse un socialismo petrolero?
Plantearse esto justo en el momento en que arrecia el ataque del imperio con esta maniobra meditica (y poltica) de la principal empresa petrolera privada del mundo pudiera parecer extemporneo. Pero alguna vez tenemos que plantearlo, al menos para tener claro el objetivo de largo plazo. Al igual que la muchacha bonita en el medio de un mundo machista en el que vale slo por su trasero o por sus pechos, de la misma manera tenemos que plantearnos qu hacemos con el petrleo. No para regalarlo a quienes lo desean contra viento y marea, sino para establecer si viviremos siempre de eso o podremos construir una alternativa distinta. La grandeza de la Unin Sovitica, potencia industrial-militar-cultural -y pas petrolero tambin, sin dudas- se bas en la riqueza de su subsuelo? No, definitivamente no. Ello ayud, pero lejos de ser lo fundamental. Su grandeza no vino de la renta: vino del trabajo. Y la grandeza econmica del Japn, segunda economa del mundo, se debi al petrleo? Cuba, sin petrleo -y an sin Unin Sovitica que apoyara desde los 90 del siglo pasado!- pudo construir su socialismo con justicia para todos. El petrleo, igual que el oro o la plata en la colonia, o los bananos de los 'banana countries' -o los atributos de nuestra mujer del ejemplo- nos ayudan, o pasan a ser nuestra perdicin?
Si ahora, ya a nueve aos de iniciado el proceso de la Revolucin Bolivariana, vemos que nos cuesta tanto avanzar en la consolidacin de una nueva tica, en una verdadera ideologa socialista que comience a desplazar los valores de la heredada cultura rentista de casi un siglo (an no logramos la autosuficiencia alimentaria producto de esta deformacin!!), ello debera forzarnos a preguntarnos hasta dnde el disponer de estos atributos -igual que nuestra muchacha del ejemplo- no nos coloca en la dificultad terrible de cmo hacer para dejar de ser la 'bonita tonta' o, dicho de otro modo, de poder superar la cultura del rentismo (otra forma de 'tontera'?).
La maniobra que hoy pone en marcha la Exxon Mobil es artera, sucia, infame. En definitiva, todas las empresas petroleras privadas se mueven as. Y mientras Venezuela siga constituyendo la principal reserva de petrleo del mundo seguir siendo el trasero y los senos codiciados de la 'tonta'. Podremos -y deberemos!- defender a muerte nuestro petrleo; eso es, en buena medida, la garanta para seguir avanzando en un nuevo modelo de integracin continental: el ALBA, y la plataforma hacia nuevos modelos sociales ms justos. Pero alguna vez debemos considerar tambin ese 'error de la civilizacin' que nos condena a ser el botn preciado (as como el machismo condena a la mujer a ser slo un pedazo de carne atractivo).
Defensa a muerte de nuestro petrleo!, sin dudas, que es lo mismo que decir: defensa de nuestra soberana, pero sabiendo que es imposible construir el socialismo slo en base a la comercializacin de ese 'error'.
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